sábado, 13 de junio de 2015

13 de junio, San Antonio de Padua.


Escritora de Iconos Elena Vargas.
San Antonio de Padua, también venerado como San Antonio de Lisboa (Lisboa15 de agosto de 1195 -Padua13 de junio de 1231), fue un fraile, predicador y teólogo portugués. Nació con el nombre de Fernando Martim de Bulhões e Taveira Azevedo, en el seno de una familia de la aristocracia descendiente del cruzado Godofredo de Bouillón.


En sus inicios en 1210, fue monje agustino en Coímbra. En 1220 se convirtió en fraile franciscano. Viajó mucho, viviendo primero en Portugal y luego en Italia y Francia. En 1221 participó junto con unos 3000 frailes del Capítulo general de Asís (el más multitudinario de los llamados Capítulos de las esteras), donde vio y escuchó en persona a Francisco de Asís. Su convicción, cultura y talento como predicador se mostraron por primera vez en Forlì en 1222. Pronto se divulgó la noticia de la calidad de su sermón, y Antonio recibió una carta del propio san Francisco con el encargo de predicar y de enseñar Teología a los frailes. Luego, fue comisionado por el mismo Francisco para luchar contra la propagación de la herejía cátara en Francia. Se trasladó más tarde a Bolonia y a Padua.

Escritor de Iconos Antonio Argudo
Su capacidad de prédica era proverbial, a punto de ser llamado «Arca del Testamento» por Gregorio IX. Sus mensajes desafiaban los vicios sociales de su tiempo, en forma especial la avaricia y la práctica de la usura. Según los escritos de la época, sus últimas predicaciones realizadas en la Cuaresma de 1231 tuvieron un éxito popular notable. Aquejado por continuas enfermedades, perseveraba en la enseñanza y en la escucha de confesiones hasta la puesta del sol, a menudo en ayunas. La multitud de gente que acudía desde las ciudades y pueblos a escuchar las predicaciones diarias lo obligó a abandonar las iglesias como recintos de prédica para hacerlo al aire libre.

Parroquia del Bonillo, Albacete - Spain
Después de la Pascua de 1231, Antonio se retiró a la localidad de Camposampiero, pero decidió retornar a Padua poco después. Ya en las proximidades de Padua, se detuvo en el convento de Arcella donde murió prematuramente cuando todavía no alcanzaba la edad de treinta y seis años. La celebración de las multitudinarias exequias y la multiplicidad de milagros en su tumba que se le atribuyeron promovieron su rápida canonización bajo el pontificado de Gregorio IX en mayo de 1232. En 1946, Pío XII, proclamó a San Antonio de Padua «Doctor de la Iglesia», bajo el título de «Doctor evangélico».




martes, 9 de junio de 2015

La conservación y la restauración


La restauración de obras de arte o monumentos históricos debe hacerse de forma profesional porque de lo contrario, estaremos contribuyendo a la desaparición del elemento histórico.

Artículo de Juan Ramón Sánchez. Licenciado en Bellas Artes y Restaurador.

Me gustaría hablaros de dos términos que deberían ir enlazados hoy en día y que desgraciadamente no es así en algunos casos, me refiero a la conservación y la restauración de bienes de interés cultural o patrimonial.

Hace unas semanas ha vuelto a surgir la discusión en las redes sociales y foros (al igual que hace unos años, con el “ecce homo” de Borja) sobre una actuación poco acertada que ha ocurrido en la provincia de Albacete, se trata de una acción sobre un retablo de posguerra, que por respeto a la parroquia afectada no voy a desvelar su ubicación.

La descripción de la actuación ha sido el repinte de un retablo de los años 50, que si bien carece de valor histórico, posee valor patrimonial y estético ya que se encuentra integrado en el conjunto histórico del templo. El desafortunado repinte que el autor ha denominado “restauración” ha consistido en dotar el retablo de colores chillones, combinando violetas-magenta con verdes lima.


Retablo original






Retablo “restaurado”


En primer lugar me gustaría, como profesional del gremio de restauradores y conservadores que soy, acotar la definición de restauración. La restauración no es efectiva sin la conservación, refiriéndome a ésta como la acción de preservar el legado material, inmaterial e histórico de una obra y la restauración la defino como la acción realizada sobre la obra material, destinada a dar durabilidad y conservación a la materia que la compone.

Durante años, este tipo de cuestiones han suscitado debate y han permitido el desarrollo de diferentes teorías, en España venimos siguiendo la teoría desarrollada por Cesare Brandi que consiste en entender la “Restauración” como una acción “Reconocible” “Reversible” y “Respetuosa” sobre la obra, que bajo mi punto de vista y por su idiosincrasia es la mas adecuada para los vienes eclesiásticos, ya que preserva el original.

Pues bien, acotados estos términos, sobradamente conocidos por cualquier restaurador titulado, podemos decir que no se ha cumplido ninguno de ellos en la acción que ha sufrido este retablo, borrando el poco valor histórico que poseía la obra, y descontextualizándola del conjunto del templo haciendo que pierda la unidad potencial y estilística.



Para ser claros, este retablo ahora mismo tiene el mismo sentido en el templo que una silla de ikea en la sala del trono del palacio de Versalles, desentonar.


Sin mas que decir al respecto y haciendo una llamada a la coherencia, la conservación y la buena gestión del patrimonio, animo a todos los lectores a hacer una reflexión sobre la importancia de la buena gestión del poco patrimonio que nos queda en la provincia, sea mas o menos antiguo o en mayor o menor medida valioso, es un testigo de la historia y hay que ser fiel a su conservación y preservación.