sábado, 13 de junio de 2015

13 de junio, San Antonio de Padua.


Escritora de Iconos Elena Vargas.
San Antonio de Padua, también venerado como San Antonio de Lisboa (Lisboa15 de agosto de 1195 -Padua13 de junio de 1231), fue un fraile, predicador y teólogo portugués. Nació con el nombre de Fernando Martim de Bulhões e Taveira Azevedo, en el seno de una familia de la aristocracia descendiente del cruzado Godofredo de Bouillón.


En sus inicios en 1210, fue monje agustino en Coímbra. En 1220 se convirtió en fraile franciscano. Viajó mucho, viviendo primero en Portugal y luego en Italia y Francia. En 1221 participó junto con unos 3000 frailes del Capítulo general de Asís (el más multitudinario de los llamados Capítulos de las esteras), donde vio y escuchó en persona a Francisco de Asís. Su convicción, cultura y talento como predicador se mostraron por primera vez en Forlì en 1222. Pronto se divulgó la noticia de la calidad de su sermón, y Antonio recibió una carta del propio san Francisco con el encargo de predicar y de enseñar Teología a los frailes. Luego, fue comisionado por el mismo Francisco para luchar contra la propagación de la herejía cátara en Francia. Se trasladó más tarde a Bolonia y a Padua.

Escritor de Iconos Antonio Argudo
Su capacidad de prédica era proverbial, a punto de ser llamado «Arca del Testamento» por Gregorio IX. Sus mensajes desafiaban los vicios sociales de su tiempo, en forma especial la avaricia y la práctica de la usura. Según los escritos de la época, sus últimas predicaciones realizadas en la Cuaresma de 1231 tuvieron un éxito popular notable. Aquejado por continuas enfermedades, perseveraba en la enseñanza y en la escucha de confesiones hasta la puesta del sol, a menudo en ayunas. La multitud de gente que acudía desde las ciudades y pueblos a escuchar las predicaciones diarias lo obligó a abandonar las iglesias como recintos de prédica para hacerlo al aire libre.

Parroquia del Bonillo, Albacete - Spain
Después de la Pascua de 1231, Antonio se retiró a la localidad de Camposampiero, pero decidió retornar a Padua poco después. Ya en las proximidades de Padua, se detuvo en el convento de Arcella donde murió prematuramente cuando todavía no alcanzaba la edad de treinta y seis años. La celebración de las multitudinarias exequias y la multiplicidad de milagros en su tumba que se le atribuyeron promovieron su rápida canonización bajo el pontificado de Gregorio IX en mayo de 1232. En 1946, Pío XII, proclamó a San Antonio de Padua «Doctor de la Iglesia», bajo el título de «Doctor evangélico».




martes, 9 de junio de 2015

La conservación y la restauración


La restauración de obras de arte o monumentos históricos debe hacerse de forma profesional porque de lo contrario, estaremos contribuyendo a la desaparición del elemento histórico.

Artículo de Juan Ramón Sánchez. Licenciado en Bellas Artes y Restaurador.

Me gustaría hablaros de dos términos que deberían ir enlazados hoy en día y que desgraciadamente no es así en algunos casos, me refiero a la conservación y la restauración de bienes de interés cultural o patrimonial.

Hace unas semanas ha vuelto a surgir la discusión en las redes sociales y foros (al igual que hace unos años, con el “ecce homo” de Borja) sobre una actuación poco acertada que ha ocurrido en la provincia de Albacete, se trata de una acción sobre un retablo de posguerra, que por respeto a la parroquia afectada no voy a desvelar su ubicación.

La descripción de la actuación ha sido el repinte de un retablo de los años 50, que si bien carece de valor histórico, posee valor patrimonial y estético ya que se encuentra integrado en el conjunto histórico del templo. El desafortunado repinte que el autor ha denominado “restauración” ha consistido en dotar el retablo de colores chillones, combinando violetas-magenta con verdes lima.


Retablo original






Retablo “restaurado”


En primer lugar me gustaría, como profesional del gremio de restauradores y conservadores que soy, acotar la definición de restauración. La restauración no es efectiva sin la conservación, refiriéndome a ésta como la acción de preservar el legado material, inmaterial e histórico de una obra y la restauración la defino como la acción realizada sobre la obra material, destinada a dar durabilidad y conservación a la materia que la compone.

Durante años, este tipo de cuestiones han suscitado debate y han permitido el desarrollo de diferentes teorías, en España venimos siguiendo la teoría desarrollada por Cesare Brandi que consiste en entender la “Restauración” como una acción “Reconocible” “Reversible” y “Respetuosa” sobre la obra, que bajo mi punto de vista y por su idiosincrasia es la mas adecuada para los vienes eclesiásticos, ya que preserva el original.

Pues bien, acotados estos términos, sobradamente conocidos por cualquier restaurador titulado, podemos decir que no se ha cumplido ninguno de ellos en la acción que ha sufrido este retablo, borrando el poco valor histórico que poseía la obra, y descontextualizándola del conjunto del templo haciendo que pierda la unidad potencial y estilística.



Para ser claros, este retablo ahora mismo tiene el mismo sentido en el templo que una silla de ikea en la sala del trono del palacio de Versalles, desentonar.


Sin mas que decir al respecto y haciendo una llamada a la coherencia, la conservación y la buena gestión del patrimonio, animo a todos los lectores a hacer una reflexión sobre la importancia de la buena gestión del poco patrimonio que nos queda en la provincia, sea mas o menos antiguo o en mayor o menor medida valioso, es un testigo de la historia y hay que ser fiel a su conservación y preservación.

sábado, 16 de mayo de 2015

Restauración de la Virgen del Carmen


 Hace unos días que unos buenos amigos, me enseñaron esta figura- la Virgen del Carmen - . Me dicen que es un regalo que les hizo otra buena amiga, devota de la Virgen.
El tiempo de la figura y los años de la persona que la cuida, hace que se deteriore y pierda los miembros superiores.
Para mi es la primera vez que me meto en estos líos, pero me pareció de caridad, el intentar reparar la figura de la Virgen.

Figura original, cuando llego a casa.
Figura terminada con escapularios y cetro en su mano derecha




Cuando llego, le faltaba la mano derecha y  las manos al Niño Jesús

 Sin conocer a fondo lo que estaba haciendo, me propuse en primer lugar, restaurar la pintura. No había restauración, lo mejor seria quitar la pintura existente para después volver a pintar. Mi desconocimiento era no saber como estaba pintada, lo que me producía dolor de  poder dañar la figura.  Con paciencia y mucho tesón y mucha humedad, consigo quitar casi toda la pintura, siempre intentado no dañar la escayola.

Tuve que quitarle toda la pintura
Empezar a darle nueva pintura
 
Tuve que pintar en oro todos los adornos de la túnica y el manto
 A medida que la voy pintando de nuevo, voy pintando las cenefas que lleva en el manto y la túnica con un color dorado.
Decir que utilizo pintura acrílica con agua y mezclando colores para intentar darle un color lo más parecido al real.


Figura terminada

viernes, 10 de abril de 2015

Nuestra Señora del Perpetuo Socorro



Nuestra Señora del Perpetuo Socorro o Virgen de la Pasión

Este icono es del estilo llamado “Virgen de la Pasión” y probablemente tenga su origen en la escuela de pintura de creto-veneciana. Su nombre se debe a la composición iconográfica, que presenta los instrumentos de la Pasión de Cristo, llevados por ángeles, a los que a veces, acompaña una inscripción latina o griega. Este estilo de pintura tiene su más amplia difusión entre los siglos XV y XVI, aunque la representación temática puede retrasarse un par de siglos. La pintura original se halla puesta para su veneración en la iglesia de San Alfonso María de Ligorio, en Roma, la cual es atendida por los padres redentoristas.

                      (Antonio Argudo, madera contrachapada, 40 x 50 cm, temple al huevo)

Descripción
La imagen de Nuestra Señora es pues, una Virgen de la Pasión de tipo Hodiguitria-Eleusa. Aparece de medio cuerpo con al actitud de estar de pie, viste túnica roja de mangas largas y ajustadas, su manto es azul y lleva una mantilla (maphorion) del mismo color, con forro de color verde. Los pliegues en los bordes y los adornos son dorados, La mantilla cubre su cabeza y cae sobre hombros y brazos, dejando ver una cofia azul celeste, que oculta los cabellos. La escotadura de la túnica lleva un borde dorado en el que se ha sobrepuesto un broche. En la parte central de la cabeza, sobre la mantilla, hay una estrella de ocho rayos rectilíneos y en el eje vertical del cuadro, hay otra estrella cruciforme, cubierta por otro broche. La aureola que circunda su cabeza tiene el punteado y decoración floral, típica de la escuela cretense. Su cabeza es redonda y bella, ligeramente vuelta la izquierda, recuerda el tipo bizantino. Su mirada es hierática y profunda, no se dirige a Cristo niño, sino a quien la contempla; sus ojos son grandes, con cejas fuertemente marcadas, su nariz es alargada, su boca es pequeña con los labios suavemente cerrados, esto le da a su figura una grandeza sacral.
El Niño Jesús es de facciones infantiles, está sentado en el brazo izquierdo de su Madre y sus manos se sujetan al dedo pulgar de la mano derecha de María, gesto típico de los iconos de la pasión; dirige la mirada no hacia el arcángel, sino a algún punto exterior derecho. Viste túnica verde con ceñidor y manto rojo, el manto y la túnica tienen una profusión de pliegues dorados, calza sandalias de color marrón con cintas doradas, la del pie derecho está suelta. Su mirada es serena a pesar del simbolismo que prefigura su Pasión. La aureola tiene una cruz de contornos rojos y como su madre, también ciñe una corona (la cual ha cubierto la cabeza de la cruz).



 Detalle del arcángel Gabriel en el icono de la Panagia de la Pasión.
En la parte superior izquierda, una inscripción en rojo MPQY: “Meter Theu”, Madre de Dios. A la derecha del Niño Jesús, la abreviatura ICXC: “Iesos Xristos”, Jesucristo.
Hay dos arcángeles en los ángulos superiores, el de la izquierda es San Miguel con la leyenda OAPM: “O Arkanguelos Mikael”, el arcángel Miguel. Su túnica es roja con su manto azul, lleva un vaso, del que salen una caña con una esponja y una lanza; el de la derecha tiene otra leyenda que dice OAPR: “O Arkanguelos Gabriel”, el arcángel Gabriel. Su túnica es púrpura con sombras blancas; con un manto de color igual cubre sus manos, con las que empuña la Cruz con tres travesaños y cuatro clavos al pie de la misma. Ambas figuras son de medio cuerpo y asisten en actitud de adoración y ofrenda. Las miradas de estos personajes convergen en Cristo. Los instrumentos que presentan no parecen constituir un hecho futuro capaz de infundir terror, sino que presentan los símbolos gloriosos de la Pasión de Cristo, equivalentes a la Cruz gloriosa.
Tanto la Madre como el Hijo portan coronas de oro con piedras preciosas. En épocas posteriores se añadió el collar y la estrella sobre la frente.



El icono mide 51.8 cm. de alto, 40.4 cm. de ancho y su grosor es de 1.2 cm. La madera del cual está hecho parece de nogal, castaño o chopo y esta formado de una sola pieza. Fue restaurada en 1866 y algunas grietas dejan pasar la luz. Al parecer en 1964 fueron recubiertas con estuco. Las grietas contabilizadas son más de 9; en general su estado de conservación en bueno.





viernes, 27 de febrero de 2015

La simbología del Cristo de San Damián.




SÍMBOLOGIA DEL CRUCIFIJO DE SAN DAMIÁN


Explicación de la iconografía del Cristo de San Damián
Escrita por Fr. Sergiusz M. Baldyga OFM
Edizioni Porziuncola
 



Contemplando el icono de San Damián, nuestra atención se centra rápidamente en la figura del Cristo crucificado que domina la superficie entera de la pintura no sólo por la grandeza de la imagen, sino también por los colores vivos, en contraste con el fondo negro. En la iconografía de la época, el color negro significaba la muerte o el demonio.

Si ahora nos ponemos a mirar el crucifijo notamos que los colores dominantes usados por el pintor son el rojo y el dorado: los dos colores que indican la divinidad y la eternidad. También se encuentran los colores azul y verde que hacen referencia al mundo y al curso de la historia humana.
Finalmente notamos que todo el icono tiene un marco pintado en conchas. Estas conchas desarrollan el aspecto sobrenatural y eterno de todo lo que está pintado en el interior.



Encima de la cruz leemos un letrero: “IHS NAZARE REX IVDEORUM”. Jesús Nazareno rey de los judíos.


Sobre esta inscripción vemos la figura de Jesús resucitado que asciende al cielo. La figura nos muestra a Jesús en movimiento ascendente, cubierto de un largo manto que es el estandarte de la Resurrección.

En la mano izquierda el Salvador tiene la cruz, signo de su victoria sobre la muerte. La mano derecha, en cambio, está levantada hacia Dios Padre. Alrededor de la cabeza, el artista ha pintado la aureola de la gloria. Si miramos con atención la escena, notamos como los ojos abiertos de Cristo, tan llenos de confianza y de paz, están dirigidos al Padre que, con su mano derecha bendiciendo, hace resurgir al hijo de la muerte y, al mismo tiempo, “bendice” toda la obra del Salvador del mundo.

La mano extendida, con tres dedos abiertos y los otros cerrados, comúnmente se identifica con la presencia de Dios. Según la tradición bíblica este gesto puede significar también poder y fuerza. Algunos, en este gesto, ven también la acción del Espíritu Santo. De cualquier forma la cercanía de los dos semicírculos no nos permite observar claramente la división del espacio entre todo lo que pertenece a Dios y todo lo que le pertenece al Hijo de Dios. Pero no hay ninguna diferencia, porque el color rojo, símbolo de la divinidad, une las dos escenas. Todavía nos queda por resaltar que el círculo, símbolo de la perfección, está cortada por Cristo, quien atraviesa los confines del presente y accede a la eternidad en el gran amor del Padre.


Toda la escena de la ascensión de Cristo está rodeada de ángeles y arcángeles. Sus rostros están radiantes de alegría porque Cristo ha vencido la muerte y ahora regresa a la casa del Padre. Las alas la cabeza y los brazos están en movimiento. También las manos las tienen abiertas como signo de saludo. Podemos afirmar que ésta es la escena más animada y alegre de todo el icono.



 Nos damos cuenta, además, que hay dos grupos de ángeles que están representados alrededor de las manos clavadas de Cristo y recae sobre ellos la sangre del Salvador. En sus rostros podemos observar conmoción piedad. De sus gestos y de sus miradas da la sensación de que están dialogando entre ellos y parecería como si estuvieran comentando, como si estuvieran presente en el mismo momento de la crucifixión, sobre este mismo acontecimiento. 

Rostro del Cristo
Observamos que sobre la cabeza del Señor no está la corona de espinas. En lugar de la corona de espinas lleva una corona de oro e inscrita una cruz griega.


El rostro de Jesús esta cubierto por un delicadísimo velo, casi una sombra alargando su mirada hacia la humanidad.
Los ojos, grandes y abiertos, confirman que Cristo muerto en la cruz está vivo y que ya la muerte no tiene nunca más poder sobre él.
Si nos fijamos bien, podemos observar como aparece una ligera sonrisa sobre sus labios. La cabeza, adornada de largos cabellos, y ligeramente inclinada hacia la derecha. Estos detalles particulares subrayan y resaltan la humanidad de Cristo que ha vencido a la muerte.
Algunos ven, en las arrugas de su frente, la imagen de una paloma (el Espíritu Santo). Podemos notar además que este tipo de iconografía pide pintar el cuello del personaje mucho más grueso para indicar la importancia del mismo. El cuello es tan robusto para “sostener” la fuerza del Espíritu que expira. En este icono de san Damián, el cuello de Jesús es grande y fino siendo desproporcionado.

Perizoma

El Perizoma, atado a la cintura de Cristo, no se parece al paño con el que, normalmente, se cubrían las partes íntimas del condenado.


Aquí vemos un perizoma de lino, bordado en oro, casi una vestidura sacerdotal para presentarse ante el pueblo e implorar el perdón de Dios para todos.
El Antiguo Testamento, en el libro del Éxodo (cfr. Ex. 28, 40-43), nos ayuda a entender la proveniencia y el significado de la vestidura sacerdotal. El perizoma recuerda la dimensión del sacrificio sacerdotal de Jesús, mediador entre Dios y nosotros.
No podemos, tampoco, omitir el hablar de las llagas de las manos, de los pies y del costado. De estas heridas brota sangre para la redención del mundo.


Bajo los brazos del Cristo
Bajo los brazos extendidos de Jesús vemos dos grupos de personas. Son los testigos de la crucifixión de Cristo y, al mismo tiempo, las personas más cercanas a Jesús.


El primer grupo, a la izquierda, se encuentran la madre de Jesús y San Juan, el discípulo amado.
A la derecha encontramos pintadas las figuras de María Magdalena, de María, la madre de Santiago y al del centurión. En esta escena, María se está tocando la mejilla con la mano izquierda y con la derecha señala a San Juan; éste a su vez, señala a Jesús. También María Magdalena hace un gesto parecido. El comportamiento de los testigos de la crucifixión, traslucen tristeza y dolor y señalan al Señor que ha sufrido la pasión por nosotros.
El centurión romano, en el Evangelio según Marcos, declara: “Verdaderamente este era Hijo de Dios” (Mc. 15, 39). Este es el comportamiento clásico del testigo cristiano. Los tres dedos levantados de la mano derecha es una auténtica confesión que dicen: “yo declaro que Cristo es el Señor”.
Otra interpretación identifica esta figura con el centurión del Evangelio de Lucas 7,7. Otra interpretación afirma que la pequeña cabeza que aparece detrás del centurión, es la del hijo curado según el Evangelio de Juan 4, 46–54
Tenemos, todavía, otras explicaciones sobre esta pequeña figura casi escondida: el siervo que, con atención mira a su señor y a Jesús; o la figura emergente de un pequeño grupo hipotético de personas que se encuentra detrás y que no se ven, pero representantes de cuantos miran de lejos la crucifixión; o el mismo autor del icono que se introduce devotamente en esta sagrada representación para testimoniar su propia presencia y su propia fe, según una práctica muy difundida entre los pintores del tiempo. Pero si aceptamos la hipótesis de que el autor de este Cristo de San Damián fue un monje Sirio, esta última hipótesis no puedes ser verosímil.
Estos personajes aquí representados son también los testigos de la resurrección de Jesús, comenzando por Maria Magdalena que fue la primera que encontró la tumba vacía.
El soldado romano y Estefano
Debajo de la figura de Maria y del Centurión podemos notar otras dos personas. A la izquierda el soldad romano, conocido como Longino, teniendo en su mano la lanza con la que traspasó el costado de Jesús. Una de las interpretaciones referidas al soldado afirma que la sangre caída de las heridas de Cristo, bajando por el codo curó a Longino de su ceguera espiritual.

En la otra parte vemos a Estefano. No tiene nada escrito a los pies, pero, sin ninguna dificultad, lo podemos señalar como el soldado que le ha dado a Jesús de beber, con una esponja empapada en vinagre. Estefano, en este icono, parece estar vestido con vestiduras romanas, pero, fijándonos bien, podemos decir que va vestido como un guardia del templo hebreo. Podemos suponer que han desaparecido de la pintura la caña con la esponja.

Parte inferior de la cruz


En la base de la cruz, tenemos pintadas unas conchas abiertas. Esto simboliza el misterio pascual que entra en la realidad humana y la hace participe de la divinidad. Los diferentes colores tienen un significado distinto: el negro recuerda el abismo de la muerte; el rojo es el color de la divinidad y también el color de la sangre salvífica de Cristo que brota de sus heridas. Una sangre que tiene el poder de curar todo mal y que está esparcida por toda la humanidad.
Según algunos estudiosos de este icono, esta escena con figuras poco visibles, que se encuentra debajo de los pies de Cristo, hace referencia a los santos del Antiguo Testamento liberados del limbo.
Además una hipótesis reciente, las dos figuras que se dejan entrever, representan los Apóstoles Pedro (a la izquierda) y Pablo (a la derecha). Esta hipótesis estaría confirmada por la presencia del gallo retratado a la altura de la pantorrilla de Cristo, verticalmente, justo sobre la cabeza de Pedro.
Hay también otra interpretación que ve en el gallo el nuevo día que surge, es decir, el día en que Cristo resucita al tercer día.
Es obligado recordar también que el gallo se ha convertido en símbolo de la esperanza; frecuentemente aparece, en el arte sacro, en los mosaicos y lámparas significando tal concepto.
Pero todavía tenemos otra hipótesis explicativa que ve en estas dos figuras a los santos patronos de la Umbría: San Juan y San Miguel. Las cuatro figuras, que casi no se ven y que simplemente se dejan intuir al lado de las dos imágenes de las que estamos hablando, según esta hipótesis, podrían ser San Rufino, San Juan Bautista y Santos Pedro y Pablo.
El deterioro de esta escena que se encuentra a los pies de la cruz se debe sin duda a la devoción popular que jamás se cansa de tocar los objetos de su devoción.

A pesar del gran dramatismo de la escena (el Salvador atado al leño de la cruz), da la impresión que Cristo vive y que su cuerpo resplandece con el fulgor propio de quien ha vencido a la muerte.





sábado, 21 de febrero de 2015

Sobre la Iconografía.



      "La Iconografía es la representación visible de «Lo Invisible»; es volver al símbolo, a lo simbólico. Porque el Icono se opone radicalmente, a todo cuanto es retrato, a lo subjetivo, a lo engañoso, a lo abstracto; el Icono es únicamente relación entre “la Persona” que representa y su “Cuerpo Celestial"

Sobre los Iconógrafos.

      Los maestros Iconógrafos indican: “el Iconógrafo debe poseer humildad, dulzura y piedad. Debe tratar de vivir en paz. No debe beber, ni robar. Ante todo conservará la fuerza del alma y del cuerpo. Si no puede vivir en celibato que se case. Si no es un monje, como laico debe buscar la santidad cumpliendo sus deberes de estado, pero aspirando a imitar el ideal propuesto por quienes se han apartado del mundo. Si no puede hacerlo efectivamente, tiene que hacerlo en su interior. Debe visitar frecuentemente a su Padre espiritual, contándole su manera de vivir. Guardará la disciplina y la castidad. Huirá de la imprudencia y de la agitación (desasosiego - ofuscación) porque el Icono es una escuela de paciencia, silencio y perseverancia”

      "Los pintores han de ser monjes o personas sumamente cercanas a la divinidad, que se sean lo suficientemente puros para que su mano sea guiada por lo divino, pues ellos sólo serán un simple instrumento a través del cual se manifiesta lo oculto, lo maravilloso. No nos debe, por tanto, extrañar las numerosas exigencias que debe cumplir un pintor antes de ponerse a su trabajo. A los lavados rituales (para conseguir una limpieza espiritual) se unirán las oraciones, ayunos y penitencias que aseguren a la persona una preparada para su sometimiento a lo transcendente.

Sobre la Iconografia 

"Es casi imposible comprender al icono fuera del medio en que ha sido creado, o sea del ámbito de la Iglesia.

El icono es "la teología de la imagen." "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" 

El nombre identifica la presencia; "el Nombre de Dios" no puede pronunciarse en vano. El icono del Cristo, no lleva nombre, sólo letras; es el inefable. Este hecho está enraizado en esa noción, por eso lo identifica como tal. Ningún icono está terminado si no se lo marca con el nombre de los que representa.

Todos los iconos del Cristo dan la impresión de una semejanza tal que se lo reconoce inmediatamente; pero esta semejanza no es un retrato.

El icono no es un objeto, ni un objeto de arte, es la imagen, la semejanza visible del Cristo, de quienes Lo precedieron, de quienes Lo acompañaron y de quienes Lo siguieron; es "belleza y luz," por la "Gracia de Dios." "

La parroquia de El Toboso acoge una muestra de Iconos Ortodoxos


















Bajo el título «La Triste Figura del Hijo del Hombre (Is 53,2)», El Toboso acoge una colección única de iconos originales

El lugar de la exposición no podía ser otro que la llamada “Catedral de la Mancha” o lo que es lo mismo, la I Parroquia de El Toboso (Toledo), desde este próximo 22 de febrero, una muestra de Iconos Ortodoxos, todos ellos obra de la gran iconógrafa, Carmen del Cerro.

La muestra está compuesta por un total de veinticuatro tablas originales más un conjunto de diecisiete tablas formando un iconostasio, estará visible en localidad durante toda la Cuaresma de este 2015 a la par que esta exposición es parte de los actos que la Parroquia de El Toboso está realizando con motivo del IV Centenario de la Publicación de la Segunda Parte del Quijote ).

Don Quijote que se definía a sí mismo como el «caballero de la triste figura», la muestra iconógrafa que estará en la iglesia toboseña lleva por título «la Triste Figura del Hijo del Hombre» y

La artista iconógrafa y creadora de estos iconos, Carmen del Cerro, recogiendo unas afirmaciones de su padre,Elías del Cerro, ha contado que “hacer un icono, construir un icono o pintar un icono es, además de un trabajo de tiempo paciente y duro, un rito: un rito genuino, auténtico. A la indudable habilidad manual, el previo estudio histórico y la disposición de los materiales, hay que añadir una singular actitud espiritual, que es lo más importante. La luminosidad espléndida que debe brotar del icono, no puede brillar si antes no lo ha hecho en la mente y en el corazón del pintor” una experiencia quiere transmitir en El Toboso.

Agenda de la Exposición

La inauguración expositiva de iconos será el próximo domingo 22 de febrero, sobre las 12:30 horas. Además del,Cerro, imparta un curso de iniciación a los iconos, entre los días 16 al 21 de marzo, en colaboración con la asociación local CEAR. Ese mismo sábado, por la noche, Carmen del Cerro será la encargada de pronunciar el Pregón de la Semana Santa de El Toboso 2015.

Carmen del Cerro

Realizó estudios de pintura y repujado de metales en los mejores centros especializados de Madrid. Durante más de veinte años ha impartido clases en colegios, centros de formación y manualidades y en su propia escuela-taller. A lo largo de su dilatada carrera profesional como una de las artistas iconógrafas más importantes en el ámbito nacional, ha participado en varias exposiciones colectivas como miembro de la Asociación de Artistas del Icono “Yaroslav” desde 1998 hasta 2008. Es miembro de la Academia Europea de las Artes y también ha promovido numerosísimas exposiciones en las que ha recibido diversos premios e importantes reconocimientos como el Gran Premio Internacional de la Academia Europea de las Artes en Gembloux (Bélgica) y medalla de Vermail. Premio Elena Monreal en París (Francia). Entre sus muchas exposiciones por toda la geografía española cabe destacar la muestra realizada en la Abadía de Santo Domingo de Silos (Burgos) y Exposición permanente en la Fundación Las Edades del Hombre en el Monasterio de Santa María de Valbuena (Valladolid)