sábado, 21 de febrero de 2015

Sobre la Iconografía.



      "La Iconografía es la representación visible de «Lo Invisible»; es volver al símbolo, a lo simbólico. Porque el Icono se opone radicalmente, a todo cuanto es retrato, a lo subjetivo, a lo engañoso, a lo abstracto; el Icono es únicamente relación entre “la Persona” que representa y su “Cuerpo Celestial"

Sobre los Iconógrafos.

      Los maestros Iconógrafos indican: “el Iconógrafo debe poseer humildad, dulzura y piedad. Debe tratar de vivir en paz. No debe beber, ni robar. Ante todo conservará la fuerza del alma y del cuerpo. Si no puede vivir en celibato que se case. Si no es un monje, como laico debe buscar la santidad cumpliendo sus deberes de estado, pero aspirando a imitar el ideal propuesto por quienes se han apartado del mundo. Si no puede hacerlo efectivamente, tiene que hacerlo en su interior. Debe visitar frecuentemente a su Padre espiritual, contándole su manera de vivir. Guardará la disciplina y la castidad. Huirá de la imprudencia y de la agitación (desasosiego - ofuscación) porque el Icono es una escuela de paciencia, silencio y perseverancia”

      "Los pintores han de ser monjes o personas sumamente cercanas a la divinidad, que se sean lo suficientemente puros para que su mano sea guiada por lo divino, pues ellos sólo serán un simple instrumento a través del cual se manifiesta lo oculto, lo maravilloso. No nos debe, por tanto, extrañar las numerosas exigencias que debe cumplir un pintor antes de ponerse a su trabajo. A los lavados rituales (para conseguir una limpieza espiritual) se unirán las oraciones, ayunos y penitencias que aseguren a la persona una preparada para su sometimiento a lo transcendente.

Sobre la Iconografia 

"Es casi imposible comprender al icono fuera del medio en que ha sido creado, o sea del ámbito de la Iglesia.

El icono es "la teología de la imagen." "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" 

El nombre identifica la presencia; "el Nombre de Dios" no puede pronunciarse en vano. El icono del Cristo, no lleva nombre, sólo letras; es el inefable. Este hecho está enraizado en esa noción, por eso lo identifica como tal. Ningún icono está terminado si no se lo marca con el nombre de los que representa.

Todos los iconos del Cristo dan la impresión de una semejanza tal que se lo reconoce inmediatamente; pero esta semejanza no es un retrato.

El icono no es un objeto, ni un objeto de arte, es la imagen, la semejanza visible del Cristo, de quienes Lo precedieron, de quienes Lo acompañaron y de quienes Lo siguieron; es "belleza y luz," por la "Gracia de Dios." "

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